lunes, 17 de junio de 2013

MARCO TEORICO



Una de las características más sobresalientes de la formación ciudadana en Colombia, al igual que en muchos otros países de corte «occidental», descansa sobre los preceptos de ciudadanía, generalmente formulados alrededor de intereses parcialmente ajenos a la promoción de la ciudadanía misma así como en proyectos de nación impuestos (Mesa Arango, 2008). Esto como consecuencia de la acción dinámica del modelo neoliberal hegemónico presente en el orden mundial que se relaciona de manera directa con las orientaciones inherentes a una economía de mercado (Peralta Duque, 2007).
El Estado de hoy prioriza las relaciones de asociación y negociación con los sectores financieros dominantes por encima de su obligación de facilitar el desarrollo de una sociedad civil democrática, lo que conlleva a la delegación de competencias públicas en sectores no estatales. Igualmente, da lugar a una significativa y creciente injerencia de actores corporativos y organizacionales de carácter privado en asuntos públicos, constituyendo una tendencia – mundial– de «achicamiento» que revela las más oscuras intenciones de los capitales transnacionales.
Con la Constitución de 1991, el Estado colombiano apostó a construir una ciudadanía que tenía como referente el modelo cívico, considerado el tipo ideal de moral pública, donde los valores fundamentales deberían ser «el respeto del orden jurídico, la responsabilidad de los funcionarios, la participación ciudadana y la protección de los derechos individuales» (Hurtado y Naranjo en Jiménez Martínez, s.f.: 14). Por su parte, Mesa Arango (2008) en su artículo «La formación ciudadana en Colombia», distingue algunos perfiles de la propuesta orientadora de formación ciudadana de las instituciones educativas en Colombia. En consonancia con el modelo cívico, y sin que exista consenso ni unanimidad al respecto en un país multicultural y plural como el nuestro, Mesa Arango aboga por la formación de «[c]iudadanos observadores de la Ley y el orden, buscadores y propiciadores de la paz, participativos, críticos de lo establecido, defensores de los derechos..., cumplidores de sus deberes» (2008: -).
En tanto, en Colombia la formación ciudadana continúa siendo un concepto al que no se le presta suficiente importancia al interior de la educación y por lo tanto no permite el ejercicio de la práctica social ciudadana, el compromiso y la responsabilidad social. Al carecer de fundamentación ética, filosófica y política de fondo, se evidencia una orientación hacia la manipulación velada de la participación política ciudadana de la sociedad colombiana (Jiménez Martínez, s.f.: 8). Resulta pues imprescindible comprender que la forma en que se desarrolla la cultura política en el entorno en donde actúan las instituciones educativas, incide indefectiblemente sobre el impacto que esta ejerce sobre el mismo (Peralta Duque, 2007: 166).


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